Resumen |
Nadie enseña a ser madre, nadie enseña a ser padre. Educar a los niños es todo menos fácil. El amor, el deber ser y la autoridad se funden, y la duda persiste, ¿estamos haciendo lo correcto, lo mejor para nuestros hijos?
Superado ya el antiguo concepto de "la letra con sangre entra", los educadores y principalmente los padres, han debido asumir un nuevo modo de relación con los niños. Son pocos los que aún creen que los niños no tienen opinión ni capacidad de discernir entre lo bueno y lo malo. La vida moderna nos ha enseñado que ellos sí pueden y deben opinar, que merecen ser escuchados y atendidos. Sin embargo, ¿cómo se establece esta relación?
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